Sunday, November 7, 2010

El Comentario de Barrio de Maravillas (revisado)

Este comentario es escrito por Mallory Newcomer y Dedra Groff.

LOCALIZACIÓN
 El trozo es de Barrio de Maravillas, escrito por Rosa Chacel.(Barcelona: Destino, 1976) Páginas 48-49.
1.         La luz, después de aquella transacción, quedó también aquí hermanada con el
2.         olor – el olor, material fugaz que se escapa sin romper el vínculo, sin borrarse
3.         en el camino, sino al contrario, siendo camino hasta la cosa olorosa--, el olor
4.         de la necesidad, del sustento…En el cuarto cedido – condenada la puerta
5.         comunicante entre las dos piezas – la luz de la mañana, dura, estricta,
6.         corroboradora, colaboradora se unía, en dignación esencial, con el vaho del
7.         pucherito en la hornilla de petróleo con el petróleo mismo, con las sustancias
8.         químicas servidoras de la higiene; lejía, zotal, jabón amarillo empapando el
9.         atadijo de esparto…Olores crueles como celadores, como guardias adustos y
10.       protectores, vencidos a veces por los olores caseros, sensuales, capciosos; ajo
11.       y cebolla, laurel, pimentón… La luz necesaria, confundida con estos aromas,
12.       abdica de su silencio – silencio de barrio sin gran tráfago: sólo pregones
13.       suben de la profunda calle – y acoge el ruido laborioso de una máquina Singer.
14.       La armonía necesaria queda dentro del cuarto. Fuera, en el largo corredor de
15.       las guardillas, la luz es más ociosa, su misión no es apremiante, nadie allí
16.       necesita ser alumbrado. La luz escatima – no por parquedad, concepto
17.        antitético de la luz --, localiza o sistematiza sus focos a lo Rembrandt, cae de
18.        pequeñas lucernas circulares, por donde se descuelgan los gatos, suaves,
19.       pesados, silenciosos. Los gatos caen de ellas como caen las gotas de lluvia,
20.       caen por su peso y dan en el suelo un golpe imperceptible y corretean por el
21.       pasillo, busca allí su caza o sus aventuras y saltan con precisión a la pequeña
22.        lumbrera que les da acceso al tejado. La luz allí, en todo el largo corredor en
23.       que se alinean las puertas de las guardillas, en el sentido longitudinal de la
24.       casa –esquina San Vicente y San Andrés: cinco huecos San Vicente, cinco San
25.      Andrés--, en el largo pasillo la luz asume el violento claroscuro y el olor
26.       tenebroso, feroz, acerbo de los gatos. Dentro de las guardillas la luz apenas
27.       se posa en viejos baúles, en cestos desfondados, bañeras de zinc, retratos
28.       ancestrales, bronces repudiados por la moda. Luego en la escalera la luz
29.       cenital de la claraboya se esparce, magnánima, a cualquier hora. Esplendente
30.       al mediodía, casi agobiante en el último piso: despiadada al final de la
31.        ascensión…Y cada piso—en cada piso dos cuartos—tiene su luz propia o
32.       tiene su coloquio con la luz porque la luz, en cada reducto íntimo, mira con el
33.       gesto que el diálogo suscita, en cada uno asume el temple del conjunto. El
34.       color de las paredes, de los muebles y de los rostros, porque ciertos
35.       determinados muebles concuerdan con el estilo y calidad de los alimentos

 

 

EL ASUNTO


La narradora describe el camino de la luz por el edificio en que viven Isabel y la señora Antonia. La narradora utiliza los sentidos del olfato, el oído y la vista. La autora describe cómo cada uno de estos sentidos se mezcla con la luz. La luz empieza en el cuarto de ellas y se mezcla con sus olores. Hay olores, como los olores de la comida y la lejía. Estos olores son fuertes de necesidad y  del sustento. Son olores que para la gente que vive en esta casa son necesarios. Estos olores parecen crueles, caseros, sensuales y capciosos.
 Hay silencio pero hay ruidos de la calle, y de los gatos. Hay el ruido y de la máquina Singer, que la señora Antonia usa para coser la ropa (ella es costurera). La luz que está en el corredor de las guardillas es diferente. Hay gatos que están en el corredor que corretean, saltan y cazan. Las puertas de las guardillas del corredor alinean a la esquina San Vicente y San Andrés, y hay cinco huecos por cada calle. Hay baúles, cestos, bañeras, retratos y bronces en las guardillas, pero la luz no los entra bien. La escalera del edificio tiene una claraboya con luz que se esparce. Además, cada piso del edificio tiene su luz propia.

LA ACTITUD


La actitud en este trozo es realista y descriptiva pero es filosófica a la vez. Implicar esta actitud, la autora usa las interpretaciones de Isabel hacia la luz del edificio. Puede ver esta actitud realista y descriptiva con respecto a la manera en que Isabel ve la calidad de la luz. La actitud es filosófica en la manera en que la autora muestra que Isabel trata de interpretar la luz en todos lugares. Isabel no solamente mira la luz, sino que trata de entender e interpretar cómo la luz toca los edificios.

EL ESTILO Y LENGUAJE


El trozo está compuesto de 35 renglones, de parte de un sólo párrafo más largo. El párrafo es una descripción de la luz en cada parte del edificio—el cuarto, el corredor, las guardillas y cada piso.
El lenguaje es muy descriptivo y la narradora usa muchos adjetivos para detallar las características de la luz. Su vocabulario es muy sencillo y es fácil de entender. Además, la narradora incluye los sentidos del oído, el olfato y la vista.

LOS APARTADOS


Apartado A: La luz que está dentro del cuarto (La luz…cuarto) el 1-14
Apartado B: La luz en el corredor (Fuera…luego) el 14-28
Apartado C: La luz en las guardillas (Luego…ascensión) el 28-31
Apartado D: La luz de cada piso (Y…alimentos) el 31-35

EL ANALÍSIS DE LOS APARTADOS


Apartado A: La luz en el cuarto (ll. 1-14).

“La luz, después de aquella transacción, quedó también aquí hermanada con el olor…” (ll.1-2)

Después de pasar por el barrio, la narradora se enfoca la descripción de la luz en el cuarto de Isabel y Señora Antonia, la madre de Isabel. La luz es omnisciente como Dios y puede ver todo lo que pasa y existe. Se queda mezclada con el olor del cuarto para conocerlo mejor. Describir la mezcla de la luz con el olor, la narradora escoge la palabra “hermanada.” Es importante entender el significado de esta palabra. En la Real Academia Española la definición es: “1. adj. Igual y uniforme en todo a algo.” Buscar el verbo “hermanar” se encuentra la definición: 1. tr. Unir, juntar, uniformar. 2. tr. Establecer relaciones fraternales entre personas o instituciones.”  Cuando pensábamos en estas descripciones empezábamos a pensar en cómo la luz podía ser hermanada con el olor. Cuando alguien está hermanada con otra persona no se puede separarse. Después del momento en que están hermanadas, no dejan de ser unidos. Es imposible separar uno del otro. Igualmente, al momento en que la luz queda hermanada con el olor no se pueden ser separados. Después de pensar en esto, nos daban cuento que cuándo alguien entra un cuarto donde existe algún olor o alguna luz, la persona no puede decidir cual sentido va a experimentar. Si existen ambos (la luz, y el olor) la persona va a experimentar los dos. La persona no tiene el poder de distinguir uno de otro, los dos existen juntos porque están “hermanadas.”

“—el olor, material fugaz que se escapa sin romper el vínculo, sin borrarse en el camino, sino al contrario, siendo camino hasta la cosa olorosa—, el olor de la necesidad, del sustento…” (ll. 2-4)

El olor, que es una mezcla de las características de la vida de Isabel, de su madre y del barrio, no rompe el vínculo cuando se escapa porque el vinculo es la relación fuerte entre los tres. El olor es un olor común en esta casa, y es un olor que viene de las cosas comunes de sus vidas. El olor no se borra en el camino, porque sus personalidades y características se llevan bien con el pueblo que las rodea y son fuertes; por eso, no se pierde en la gente que viven en el barrio. El olor huele a necesidad y sustento porque el olor viene de las cosas comunes que existen en esta vida.

“En el cuarto cedido – condenada la puerta comunicante entre las dos piezas – la luz de la mañana, dura, estricta, corroboradota, colaboradora se unía, en dignación esencial, con el vaho del pucherito en la hornilla de petróleo con el petróleo mismo…” (ll. 4-7)

“el cuarto cedido” nos hace pensar en la palabra “cedido” que viene de la palabra ceder. Según Real Academia Española, “Ceder” significa “Perder tiempo, espacio, posición.” Imaginar un cuarto cedido nos hace pensar en un hogar, un espacio que no cambia. Es un hogar verdadero, en donde el tiempo no lo toca. La puerta es “comunicante”  porque es la entrada al otro lugar, en donde existe el cambio, y cosas fuera de la familia. La luz de la mañana es descrita como dura y estricta porque es el principio de otro día difícil. Es corroboradota porque es cierto que el día es otra lucha. La luz se unía con el vaho del pucherito en dignación. Otra vez, la narradora usa los sentidos, y se mezclan los dos. Se mezcla la luz con el olor del pucherito. Es importante entender lo que es “pucherito”. Es un especie de cocido, más especifico un cocido muy común del España de este época. La narradora usa la frase “en dignación esencial” para describir la unión del olor del pucherito y el petróleo con la luz. Esta descripción ofrece al lector un imagen de la dignación que se enfrente Isabel y la señora Antonia cada día. Es una dignación que viene de otras personas. Este olor fuerte del pucherito y petróleo relata a su nivel de la clase social. Este olor no existe en las casas de los ricos.  Como muchas personas hacen con Isabel y la señora Antonia, la luz unía con el olor en dignación.

“…con las sustancias químicas servidoras de la higiene; lejía, zotal, jabón amarillo empapando elata dijo de esparto...Olores crueles como celadores, como guardias adustos y protectores…” (ll. 7-10)

Las sustancias químicas de la higiene son los aromas que Isabel se ha acostumbrado. Son los materiales que la señora Antonia necesita para trabajar y sobrevivir también. Lo que es interesante es que la autora usa la palabra “servidora” para describir el papel de estas sustancias en la vida. Son servidoras porque se guarden la gente de las enfermedades. Son olores “crueles” porque son olores que a nadie le gustan. El olor de la lejía es muy fuerte. Cuando huele lejía a veces le duele la nariz.  Estas cosas que huelen mala son guardias y celadores que protegen a la gente y son ejemplos de los “olores crueles” del cuarto. Aunque sean protectores, son adustos y los enemigos en el sentido que estos olores son los que aluden a una clase social baja.

“…vencidos a veces por los olores caseros, sensuales, capciosos; ajo y cebolla, laurel, pimentón…” (ll.10-11)

         En este momento el lector puede percibir los olores que existen en un hogar. Son olores que puede disfrutar. Son olores de la cocina que vencen a los olores crueles. Estos olores confortan a ellas. En esta época el rol de la mujer era ama de casa, y las amas pasaron mucho tiempo cocinando y limpiando para sus maridos.

“La luz necesaria, confundida con estos aromas, abdica de su silencio – silencio de barrio sin gran tráfago: sólo pregones suben de la profunda calle – y acoge el ruido laborioso de una máquina Singer (ll. 11-13).

La luz se ha acostumbrado a los olores amargados; por eso está confundida por el cambio de clima. La autora usa la palabra “aroma” para describir el olor de ajo, cebolla, laurel y pimentón porque esa palabra tiene una connotación positiva. La luz abdica de su silencio y el barrio se despierta. En este momento la silencia de la luz no existe. La hora de la siesta ha terminado y la gente empieza su día otra vez. Por eso, la luz es forzada de abdicar su silencio. La luz acompaña el ruido de una máquina Singer, que la  señora Antonia usa para arreglar y hacer vestidos. Es el fuente del mejor talento de la señora Antonia.

“La armonía necesaria queda dentro del cuarto” (l. 14).

En este momento las cosas “necesarias” e importantes quedan dentro del cuarto. Aunque el barrio esté despierto, todavía la armonía que define la vida del cuarto permanece dentro. 

Apartado B: La luz en el corredor (ll.14-28)
Fuera, en el largo corredor de las guardillas, la luz es más ociosa, su misión no es apremiante, nadie allí necesita ser alumbrado. (ll.14-16)

            Es importante notar el cambio que viene en esta línea del trozo. Hay un gran contraste entre la luz dentro del cuarto y la luz aquí afuera en el corredor. La autora escoge el adjetivo “ociosa” para comenzar la descripción de la luz en el corredor. “Ociosa” describe lo que es innecesario, inactivo, e inútil. En el cuarto, la luz es “necesaria” pero, aquí, no lo es. La luz no tiene propósito porque nadie necesita la luz en este lugar.
            Es un contraste que muestra la diferencia entre el espacio en que la familia vive y el espacio que usa para pasar de un lado al otro. En el cuarto la luz es necesaria, porque la necesitan para completar sus tareas, pero en el largo corredor la luz “no es apremiante” porque nadie la necesita allí. Nos interesa que la autora usa la palabra “apremiante” en vez de otro adjetivo. Esta palabra nos da una imagen que no es que no quieren la luz en este lugar, pero es simplemente que no la necesitan con urgencia.

 La luz escatima – no por parquedad, concepto antitético de la luz --, localiza o sistematiza sus focos a lo Rembrandt, (ll.16-17)

            En este línea del trozo, lo mas interesante es que la narradora incluya descripciones acercado a “Rembrandt” en su descripción del corredor. Cuando la narradora dice “a lo Rembrandt” está haciendo una relación entre la luz que toca este edificio y la luz que Rembrandt usa en sus obras para mostrar las cosas importantes en sus pinturas. En sus pinturas Rembrandt jugaba con la luz. Si busque por Internet las obras de Rembrandt, saldrá imágenes de personas y escenas pintadas con colores mudos, pero en estas imágenes usa la luz para hacer claro los aspectos más importantes de la pintura.. En esta parte la narradora esta tocando el sentido de la vista.

“...cae de pequeñas lucernas circulares, por donde se descuelgan los gatos, suaves, pesados, silenciosos. Los gatos caen de ellas como caen las gotas de lluvia, caen por su peso y dan en el suelo un golpe imperceptible y corretean por el pasillo, busca allí su caza o sus aventuras y saltan con precisión a la pequeña lumbrera que les da acceso al tejado. (ll.17-22)

            En la primera línea de esta parte la autora pinta con más claridad la luz en este lugar. La luz que “cae de pequeñas lucernas circulares” presenta una imagen de que la luz no tiene continuidad, que se separa, y se dispersa en este espacio. La luz no cubre el espacio con uniformidad. Los gatos que la autora describe añaden al sentido que este lugar no es un lugar que la familia usa como el espacio del cuarto. Los gatos no son mascotas amadas o bien cuidadas. Corren libremente de un lugar al otro. Entran y se escapan cuando quieran.

 La luz allí, en todo el largo corredor en que se alinean las puertas de las guardillas, en el sentido longitudinal de la casa –esquina San Vicente y San Andrés: cinco huecos San Vicente, cinco San Andrés--, en el largo pasillo la luz asume el violento claroscuro y el olor tenebroso, feroz, acerbo de los gatos. (ll.22-26)

             En esta parte existe otra descripción que puede ser relacionada y contrastada con las condiciones dentro del cuarto. En el cuarto existen olores necesarios, olores agradables que vienen de la comida. Aquí en el corredor hay otro olor. Ese olor es de los gatos. Lo cierto es que todo mundo puede entender que esta aroma no es agradable y que es una aroma que nadie quiere oler. Es otro ejemplo de cómo estos gatos no son macotas amadas. Como los olores se mezclaban con la luz en el cuarto, y nos daban una imagen de un hogar, el olor a los gatos en el corredor se mezcla con la luz más oscura e inhospitable.

Dentro de las guardillas la luz apenas se posa en viejos baúles, en cestos desfondados, bañeras de zinc, retratos ancestrales, bronces repudiados por la moda. (ll.26-28)

            La luz se mezcla con las cosas viejas y antiguas. Es una luz distinta de la luz del largo corredor. No se mueve entre las cosas como se movía entre el cuarto y el largo corredor. Aquí en las guardillas queda quieta, aún así, inmóvil.

Apartado C: La luz en la escalera (ll.28-31)
“Luego, en la escalera, la luz cenital de la claraboya se esparce, magnánima, a cualquier hora” (ll.28-29).
La luz ha llegado al punto final y lo más alto del edificio. Se esparce para mostrar su libertad, porque debajo de la claraboya puede brillar a cualquier hora. Es una representación de la clase alta porque es magnánima, libre y no tiene limitaciones.
“Esplendente al mediodía, casi agobiante en el último piso: despiadada al final de la ascensión…” (ll.29-31).

Su viaje hacia lo alto del edificio era difícil; por eso está agobiante. Sin embargo, la luz está “esplendente” porque ha luchado para llegar allí. La ascensión es despiadada porque la vida no tiene piedad de nadie. Lo que pasa, pasa; por eso, la gente tiene que luchar para lo que quiere.

Apartado D: La luz de cada piso

“Y cada piso – en cada piso dos cuartos – tiene su luz propia o tiene coloquio con la luz porque la luz, en cada reducto íntimo, mira con el gesto que el diálogo suscita, en cada uno asume el temple conjunto. El color de las paredes, de los muebles y de los rostros, porque ciertos determinados muebles concuerdan con el estilo y calidad de los alimentos”” (ll.31-35).

Como hemos visto en los otros lugares en donde la luz ha tocado, en cada piso la luz es distinta, y diferente. La luz brilla en concordancia al lugar en donde está: “en cada uno asume el temple conjunto.” La luz refleja las condiciones de cada piso, y de cada lugar.

EL TEMA

            Es importante prestar atención al mundo que nos rodea porque la diversidad existe en todas partes y si no se presta atención, la oportunidad de entender el mundo le pasará.

CONCLUSIONES

            En todo el libro anterior, y en este trozo, aparecen referencias a la luz. La autora hace referencia a la luz en casi todas páginas de la primera parte de este libro. Lo más importante de notar está en la página 46 donde introduce el momento en que Isabel decide observar la luz en todos los lugares. Está en el museo y nota la luz allí. En este momento decide que “Ahora voy a procurar ver la luz en todas partes, pero claro, no será la misma.” Esta decisión la lleva al momento en que comienza a describir la luz en su edificio. Es interesante que Isabel describa la luz en todas partes de su edificio. Nos da un entendimiento más claro de su mundo, y su ambiente.
            Después de leer y analizar este trozo pensamos que hay aspectos en este trozo que nos acuerdan de obras del arte. Como Rembrandt jugaba con la luz en sus obras, la narradora juega con la luz en este trozo, y en el libro entero.

Obras Citadas

“Cedido.” Real Academia Española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=gramó (6 noviembre 2010)

“Hermanada.” Real Academia Española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=gramó (6 noviembre 2010)