LOCALIZACIÓN
El trozo es de Barrio de Maravillas, escrito por Rosa Chacel.(Barcelona: Destino, 1976) Páginas 48-49.
1. La luz, después de aquella transacción, quedó también aquí hermanada con el
2. olor – el olor, material fugaz que se escapa sin romper el vínculo, sin borrarse
3. en el camino, sino al contrario, siendo camino hasta la cosa olorosa--, el olor
4. de la necesidad, del sustento…En el cuarto cedido – condenada la puerta
5. comunicante entre las dos piezas – la luz de la mañana, dura, estricta,
6. corroboradora, colaboradora se unía, en dignación esencial, con el vaho del
7. pucherito en la hornilla de petróleo con el petróleo mismo, con las sustancias
8. químicas servidoras de la higiene; lejía, zotal, jabón amarillo empapando el
9. atadijo de esparto…Olores crueles como celadores, como guardias adustos y
10. protectores, vencidos a veces por los olores caseros, sensuales, capciosos; ajo
11. y cebolla, laurel, pimentón… La luz necesaria, confundida con estos aromas,
12. abdica de su silencio – silencio de barrio sin gran tráfago: sólo pregones
13. suben de la profunda calle – y acoge el ruido laborioso de una máquina Singer.
14. La armonía necesaria queda dentro del cuarto. Fuera, en el largo corredor de
15. las guardillas, la luz es más ociosa, su misión no es apremiante, nadie allí
16. necesita ser alumbrado. La luz escatima – no por parquedad, concepto
17. antitético de la luz --, localiza o sistematiza sus focos a lo Rembrandt, cae de
18. pequeñas lucernas circulares, por donde se descuelgan los gatos, suaves,
19. pesados, silenciosos. Los gatos caen de ellas como caen las gotas de lluvia,
20. caen por su peso y dan en el suelo un golpe imperceptible y corretean por el
21. pasillo, busca allí su caza o sus aventuras y saltan con precisión a la pequeña
22. lumbrera que les da acceso al tejado. La luz allí, en todo el largo corredor en
23. que se alinean las puertas de las guardillas, en el sentido longitudinal de la
24. casa –esquina San Vicente y San Andrés: cinco huecos San Vicente, cinco San
25. Andrés--, en el largo pasillo la luz asume el violento claroscuro y el olor
26. tenebroso, feroz, acerbo de los gatos. Dentro de las guardillas la luz apenas
27. se posa en viejos baúles, en cestos desfondados, bañeras de zinc, retratos
28. ancestrales, bronces repudiados por la moda. Luego en la escalera la luz
29. cenital de la claraboya se esparce, magnánima, a cualquier hora. Esplendente
30. al mediodía, casi agobiante en el último piso: despiadada al final de la
31. ascensión…Y cada piso—en cada piso dos cuartos—tiene su luz propia o
32. tiene su coloquio con la luz porque la luz, en cada reducto íntimo, mira con el
33. gesto que el diálogo suscita, en cada uno asume el temple del conjunto. El
34. color de las paredes, de los muebles y de los rostros, porque ciertos
35. determinados muebles concuerdan con el estilo y calidad de los alimentos
EL ASUNTO
La autora describe el camino de la luz por el edificio de Isabel y Señora Antonia. La luz empieza en el cuarto de ellas y se mezcla con sus olores. Hay olores fuertes de necesidad, del sustento y olores crueles, caseros, sensuales y capciosos. Hay silencio pero hay ruidos de la calle y de la máquina Singer. La luz que está en el corredor de las guardillas es diferente. Hay gatos que están en el corredor que corretean, saltan y cazan. Las puertas de las guardillas del corredor alinean a la esquina San Vicente y San Andrés, y hay cinco huecos por cada calle. Hay baúles, cestos, bañeras, retratos y bronces en las
guardillas, pero la luz no los entra bien. La escalera del edificio tiene una claraboya con luz que se esparce. Además, cada piso del edificio tiene su luz propia.
LA ACTITUD
La actitud en este trozo es realista y descriptiva pero es filosófica a la vez. Para implicar este actitud, la autora usa las interpretaciones de Isabel hacia la luz del edificio. Puede ver este actitud realista y descriptiva con respecto a la manera en que Isabel ve la calidad de la luz. La actitud es filosófica en la manera en que la autora muestra que Isabel trata de interpretar la luz en todos lugares. Isabel no solamente mira a la luz, pero trata de entender e interpretar cómo la luz toca este edificio.
EL ESTILO Y LENGUAJE
El trozo está compuesto de 35 renglones, todos los cuales están en sólo uno párrafo. El párrafo es una descripción de la luz en cada parte del edificio—el cuarto, el corredor, las guardillas y cada piso.
El lenguaje es muy descriptivo y la narradora usa muchas adjetivas para detallar las características de la luz. Su vocabulario es muy sencillo y es fácil entender. Además, la narradora incluye los sentidos del oído, olfato y visto.
LOS APARTADOS
Apartado A: La luz que está dentro del cuarto (La luz…cuarto) 1-14
Apartado B: La luz en el corredor (Fuera…luego) 14-28
Apartado C: La luz en las guardillas (Luego…ascensión) 28-31
Apartado D: La luz de cada piso (Y…alimentos) 31-35
EL ANALÍSIS DE LOS APARTADOS
Apartado A: La luz en el cuarto (ll. 1-14).
“La luz, después de aquella transacción, quedó también aquí hermanada con el olor…” (ll.1-2)
Después de pasar por el barrio, la luz se fija en el cuarto de Isabel y Señora Antonia, la madre de Isabel, para observar su habitación. La luz es omnisciente como Dios y puede ver todo lo que pasa y existe. Se queda hermanada con el olor del cuarto para conocerlo mejor.
“—el olor, material fugaz que se escapa sin romper el vínculo, sin borrarse en el camino, sino al contrario, siendo camino hasta la cosa olorosa—, el olor de la necesidad, del sustento…” (ll. 2-4)
El olor, el cual es una mezcla de las características de Isabel, su madre y el barrio, no rompe el vínculo cuando escapa porque el vinculo es la relación fuerte entre los tres. El olor no se borra en el camino, porque sus personalidades y características se llevan bien con el pueblo que las rodea y son fuertes; por eso, no son perdidas en la multitud de gente abajo. La cosa olorosa es el barrio su mismo, el cual es muy pobre. El olor huele a necesidad y sustento porque hay muchas cosas que necesita el pueblo, pero la gente
de él se soporta y se ayuda—son sus propios maneras del sustento.
“En el cuarto cedido – condenada la puerta comunicante entre las dos piezas – la luz de la mañana, dura, estricta, corroboradota, colaboradora se unía, en dignación esencial, con el vaho del pucherito en la hornilla de petróleo con el petróleo mismo…” (ll. 4-7)
El cuarto no es suficiente para vivir una vida de gran felicidad—la puerta es “condenada” porque es la entrada del cuarto. La luz de la mañana es descrito como dura y estricta porque es la empieza de otro día difícil. Es corroboradota porque es cierto que el día sea otra lucha. Además, la luz es omnisciente; por eso, está cierto de lo que pasará. La luz se unía con el vaho del pucherito en dignación, como muchas personas hacen con Isabel y Señora Antonia.
“…con las sustancias químicas servidoras de la higiene; lejía, zotal, jabón amarillo empapando elata dijo de esparto…” (ll. 7-9)
Las sustancias químicas de la higiene son los aromas que Isabel se ha acostumbrado. Ellas son las materiales que Señora Antonia necesita para trabajar y sobrevivir también. Lo que es interesante es que la autora usa la palabra “servidora” para describir el papel de estas sustancias en la vida de Señora Antonia,
porque ella es servidora también.
“Olores crueles como celadores, como guardias adustos y protectores…” (ll. 9-10)
Los guardias que protegen a la gente son ejemplos de los “olores crueles” del cuarto. Aunque sean protectores, son adustos y los enemigos de la gente también. La autora usa la palabra “celador” porque el cuarto es como una cárcel.
“…vencidos a veces por los olores caseros, sensuales, capciosos; ajo y cebolla, laurel, pimentón…” (ll.10-11)
De vez en cuando el cuarto está percibido como un hogar en vez de una cárcel cuando los olores de la cocina vencen a los olores crueles. Estos olores confortan a ellas. En esta época el rol de la mujer era ama de casa, y los amas pasaron mucho tiempo cocinando y limpiando para sus maridos.
“La luz necesaria, confundida con estos aromas, abdica de su silencio – silencio de barrio sin gran tráfago: sólo pregones suben de la profunda calle – y acoge el ruido laborioso de una máquina Singer” (ll. 11-13).
La luz se ha acostumbrado a los olores amargados; por eso está confundida por el cambio de clima. La autora usa la palabra “aroma” para describir el olor de ajo, cebolla, laurel y pimentón porque esa palabra tiene una connotación positiva. La luz abdica de su silencio y el barrio se despierta. La hora de siesta ha terminado y la gente empieza su día otra vez. La luz acompaña el ruido de una máquina Singer, la cual es usada por Señora Antonia para arreglar y hacer vestidos. Es el fuente del mejor talento de Señora Antonia.
“La armonía necesaria queda dentro del cuarto” (l. 14).
Aunque el cuarto tenga algunas connotaciones negativas, es armonioso. Funciona bien para Isabel y su madre y no posee la locura de la calle abajo.
Apartado B: La luz en el corredor (ll.14-28)
Fuera, en el largo corredor de las guardillas, la luz es más ociosa, su misión no es apremiante, nadie allí necesita ser alumbrado. (ll.14-16)
Es importante notar el cambio que viene en este línea del trozo. Hay un gran contraste entre la luz adentro en el cuarto y la luz aquí afuera en el corredor. La autora escoge el adjetivo “ociosa” comenzar la descripción de la luz en el corredor. Ociosa describe lo que es innecesario, inactivo, e inútil. En el cuarto, la luz es “necesaria” pero, aquí, no la es. La luz no tiene propósito porque nadie necesita la luz en este lugar.
Es un contraste que muestra la diferencia entre el espacio en que la familia vive y el espacio que les usa para pasar de un lado al otro. En el cuarto la luz es necesario, porque la necesitan para completar sus tareas, pero en el largo corredor la luz “no es apremiante” porque nadie la necesita allí. Nos interesa que la autora usa la palabra “apremiante” en vez de otro adjetivo. Esta palabra nos da una imagen que no es que no quieren la luz en este lugar, pero es simplemente que no la necesitan con una urgencia.
Es un contraste que muestra la diferencia entre el espacio en que la familia vive y el espacio que les usa para pasar de un lado al otro. En el cuarto la luz es necesario, porque la necesitan para completar sus tareas, pero en el largo corredor la luz “no es apremiante” porque nadie la necesita allí. Nos interesa que la autora usa la palabra “apremiante” en vez de otro adjetivo. Esta palabra nos da una imagen que no es que no quieren la luz en este lugar, pero es simplemente que no la necesitan con una urgencia.
La luz escatima – no por parquedad, concepto antitético de la luz --, localiza o sistematiza sus focos a lo Rembrandt, (ll.16-17)
En este línea del trozo, lo mas interesante es que la autora incluye un “Rembrandt” en su descripción del corredor. “a lo Rembrandt” significa que hay una obra, colgada en el corredor, de un artista muy famoso. El lector no sabe cual obra sea, pero lo que podemos saber de Rembrandt es que sus obras no están llenas de luz. Pintaba con colores oscuros, y no usaba ningún color brillante. Si busque por Internet las obras de Rembrandt, saldrá imágenes de personas y escenas pintadas con colores mudos. Imaginar este corredor con una pintura de Rembrandt añada al idea que en este lugar hay más oscuridad, y la luz no es tan necesario aquí.
“...cae de pequeñas lucernas circulares, por donde se descuelgan los gatos, suaves, pesados, silenciosos. Los gatos caen de ellas como caen las gotas de lluvia, caen por su peso y dan en el suelo un golpe imperceptible y corretean por el pasillo, busca allí su caza o sus aventuras y saltan con precisión a la pequeña lumbrera que les da acceso al tejado. (ll.17-22)
En la primera línea de este parte la autora pinta con mas claridad la luz en este lugar. La luz que “cae de pequeñas lucernas circulares” presenta una imagen de que la luz no tiene continuidad, que se separa, y se dispersa en este espacio. La luz no cubre el espacio con uniformidad. Los gatos que la autora describe entre estas líneas añadan al sentido que este lugar no es un lugar que la familia usa como el espacio del cuarto. Los gatos no son mascotas amadas o bien cuidadas. Corren libremente de un lugar al otro. Entran y escapan cuando quieran.
La luz allí, en todo el largo corredor en que se alinean las puertas de las guardillas, en el sentido longitudinal de la casa –esquina San Vicente y San Andrés: cinco huecos San Vicente, cinco San Andrés--, en el largo pasillo la luz asume el violento claroscuro y el olor tenebroso, feroz, acerbo de los gatos. (ll.22-26)
En esta parte existe otra descripción que puede ser relacionada y contrastada con las condiciones dentro del cuarto. En el cuarto existen olores necesarios, olores agradables que vienen de la comida. Aquí en el corredor hay otro olor. Ese olor es de los gatos. Lo cierto es que todo mundo puede entender que esta aroma no es agradable y que es una aroma que nadie quiere oler. Es otro ejemplo de cómo estos gatos no son macotas amadas. Como los olores mezclaban con la luz en el cuarto, y nos daban un imagen de un hogar, el olor de los gatos en el corredor mezcla con la luz más oscura y inhospitable.
Dentro de las guardillas la luz apenas se posa en viejos baúles, en cestos desfondados, bañeras de zinc, retratos ancestrales, bronces repudiados por la moda. (ll.26-28)
La luz mezcla con las cosas ancianas y antiguas. Es una luz distinta que la luz del largo corredor. No se mueve entre las cosas como se movía entre el cuarto y el largo corredor. Aquí en las guardillas queda quieta, aún así, inmóvil.
Apartado C: La luz en la escalera (ll.28-31)
“Luego, en la escalera, la luz cenital de la claraboya se esparce, magnánima, a cualquier hora” (ll.28-29).
La luz ha llegado al punto final y lo más alto del edificio. Se esparce para mostrar su libertad, porque debajo de la claraboya puede brillar a cualquier hora. Es una representación de la clase alta porque es magnánima, libre y no tiene limitaciones.
“Esplendente al mediodía, casi agobiante en el último piso: despiadada al final de la ascensión…” (ll.29-31).
Su viaje hacia lo alto del edificio era difícil; por eso está agobiante. Sin embargo, la luz está “esplendente” porque ha luchado para llegar allí. La ascensión es despiadada porque la vida no tiene piedad de nadie. Lo que pasa, pasa; por eso, la gente tiene que luchar para lo que quiere.
Apartado D: La luz de cada piso
“Y cada piso – en cada piso dos cuartos – tiene su luz propia o tiene coloquio con la luz porque la luz, en cada reducto íntimo, mira con el gesto que el diálogo suscita, en cada uno asume el temple conjunto. El color de las paredes, de los muebles y de los rostros, porque ciertos determinados muebles concuerdan con el estilo y calidad de los alimentos”” (ll.31-35).
Como hemos visto entre los otros lugares en donde la luz los ha tocado, en cada piso la luz es distinta, y diferente. La luz brilla en concordancia al lugar en donde está. “en cada uno asume el temple conjunto”. La luz refleja las condiciones de cada piso, y de cada lugar.
EL TEMA
Es importante prestar atención al mundo que le rodea porque la diversidad existe en todos partes y si no preste atención, la oportunidad de entender su mundo le pasará.
CONCLUSIONES
Sobre todo el libro hasta este trozo aparecen referencias de la luz. La autora hace referencia a la luz en casi todos páginas del primer parte de este libro. Lo mas importante notar es en la página 46 donde introduce el momento en que Isabel decide observar la luz en todos lugares. Está en el museo y nota la luz allí. En este momento decide que “Ahora voy a procurar ver la luz en todas partes, pero claro, no será la misma”. Esta decisión le lleva al momento en que comienza describiendo la luz en su edificio. Es interesante que Isabel describa la luz en todos partes de su edificio. Nos da un entendimiento más claro de su mundo, y su ambiente.
Muy buen trabajo, Dedra y Mallory! :) El foco en la luz en este trozo y en toda la novela realmente es muy interesante para mí.
ReplyDeleteGracias por escribir tus acerca de la luz. Es una tema grande en la obra. :)
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